Nuestro contexto laboral está cambiando a un ritmo exagerado. La sociedad occidental post pandemia es ahora frágil, compleja y está un tanto ansiosa. El momento histórico actual se encuentra en plena escritura, pero cuenta ya con claros protagonistas: la realidad virtual, la robótica, la inteligencia artificial y la automatización. Este paradigma tecnológico facilita la reducción de los costes y la mejora en tiempos y eficacia, pero el ritmo al que se acerca es tan frenético que hace difícil su asimilación al ciudadano de a pie.

Lo que parece claro es que los cambios nos afectarán de una u otra forma. La aparición de trabajos distintos a los de ahora implicará desafíos urgentes: proporcionar oportunidades de recualificación, permitir el trabajo a distancia de manera generalizada o desarrollar redes de seguridad para proteger a los trabajadores y a las comunidades en riesgo de obsolescencia.

Además, las habilidades necesarias para cubrir un puesto de trabajo o desempeñar un proyecto emprendedor, ya están pivotando hacia el pensamiento analítico, el aprendizaje activo, la creatividad o la resiliencia. A lo que hay que añadir el uso generalizado de la tecnología como denominador común de la ecuación.

Pese a todo, los múltiples estudios sobre los aspectos más valorados por los trabajadores y trabajadoras arrojan resultados similares a los de hace un par de décadas: sueldo, opciones de desarrollo profesional, beneficios sociales, cultura de empresa, reputación, flexibilidad y conciliación.

Con todo ello sobre la mesa, da la impresión de que hemos creado una sociedad que se mueve muchísimo más rápido que nosotros y nuestras necesidades. Y lo que provoca es perplejidad e incertidumbre a partes iguales.

Desde nuestro punto de vista, siempre humilde, hay tres consejos que pueden ser útiles para tratar de surfear este tsunami:

En primer lugar, tener un propósito.
Es decir, conectar con el “para qué” hago lo que hago en vez de dedicarme a otra cosa. Contar con un propósito dará consistencia a nuestra carrera profesional y quizá nos sirva de baliza de orientación cuando vengan turbulencias.

En segundo lugar, autoconocimiento.
Saber qué nos motiva y qué no, en qué somos fuertes y qué destrezas es mejor dar por perdidas. Y para hacerlo, nada mejor que algo tan sencillo como preguntar a nuestra red de personas de valor.

Por último, entender las reglas del juego del mundo del trabajo.
Es importante estar pendiente de las noticias, tendencias, conversaciones, y desarrollar cierto espíritu crítico que nos ayude a distinguir lo profundo de lo accesorio, lo consistente del meme.

Pero quizá lo más importante de todo sea mantener nuestra autoestima: creer en nuestras posibilidades, darnos cuenta de que tenemos el privilegio de haber nacido en un primer mundo con más oportunidades de las que podemos abarcar.

Estos y otros temas fueron el foco de las conversaciones que nuestro socio Jorge Serrano mantuvo en las ponencias de la primera Fira de la Formació i Ocupació, organizada por el Ajuntament de Manacor.

Dicen que creer es crear. Y tú, ¿en qué piensas cuando escuchas la palabra “trabajo”?