Está acabando el tiempo de relajarse, de aflojar tensiones y de soltar presiones. ¡Que gusto! La presión del trabajo nos produce ciertos niveles de estrés, en la mayoría de los casos manejables. Cuando llegan las vacaciones, nos quitamos el hábito con el que afrontamos las responsabilidades y nos ponemos otro hábito que nos permite tener comportamientos diferentes.

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