Hace tiempo que queríamos haber compartido esta historia con vosotros, una experiencia profesional que motiva nuestro trabajo y nuestra razón de ser. Un proyecto integral que abarca una extensa serie de acciones relacionadas con la gestión de las personas y del negocio. Un caso de éxito de consultoría artesanal.

No podemos desvelar la identidad de nuestros protagonistas, pero se trata de una empresa familiar mallorquina, de más de 30 años de recorrido que cuenta con menos de 20 empleados bajo la dirección de dos hermanos.

La primera toma de contacto tuvo lugar a principios del 2017, y el motivo del encuentro fue compartir la preocupación de que hacía tiempo que el despacho no estaba funcionando bien internamente y sufría de mal clima laboral, con algunas relaciones tensas. La propiedad, escéptica de querer remover mucho entre los conflictos del pasado, acudió a nosotros para pedir consejo sobre cómo afrontar la situación, con cierta mirada de desconfianza ante la posibilidad de externalizar algo semejante.

Nuestro primer reto fue ganarnos la confianza de unos clientes de corte tradicional, que no están acostumbrado a temas de gestión empresarial, pero que son grandes profesionales dentro de su área de especialización. Para ello, pusimos en marcha un proceso de acompañamiento con los dos hermanos y realizamos tanto sesiones de coaching como sesiones estratégicaspara hablar sobre el futuro de la empresa en el medio plazo.

Seis meses después, una vez la propiedad ya estuvo decidida a arrancar internamente el proyecto, iniciamos unafase de diagnósticopara recoger información sobre el estado actual de la cultura de la empresa, de la satisfacción de las personas, del estilo de liderazgo de la casa y de la claridad de los procesos. Entrevistas, cuestionarios, focus group fueron algunas de las acciones que implementemos en esta fase que nos sirvió para hacer una foto de la situación, y poder identificar dónde se encontraban los puntos fuertes y las áreas de mejora de la empresa.

Llegados a este punto, y sabiendo que ya no había retorno pues el equipo se había generado una expectativa de cambio, iniciamos la fase de intervención.  Identificamos soluciones a los diferentes problemas, les dimos prioridad, pusimos en contacto a profesionales de nuestra red para ordenar algunos procesos organizativos y, lo más importante, pusimos a un capitán al frente del equipo.

Todo ello no hubiera sido posible si la propiedad no hubiese creído en el proyecto, y con ello nos referimos no sólo a dejarnos espacio para hacer un diagnóstico, sino a tomarse muy en serio la fase de intervención y a actuar en consecuencia, poniendo en marcha las acciones acordadas. No sería la primera vez que un cliente nos contrata para arreglar una situación que sabe que existe, pero que en realidad no está dispuesto a resolver, porque le implica cambiar en primera instancia.

Un año y 4 meses después seguimos acompañando a nuestro cliente. Los cambios ya son visibles, los roles están más claros, el clima está mejorando y las relaciones son menos tensas. Todavía queda trabajo por hacery hay algunos escépticos por convencer. No todas las acciones son bonitas; hay acciones duras, de poner límites, de pedir colaboración o incluso disculpas. Pero la mayoría suponen prestar atención, reconocer y construir canales de comunicación y confianza. En cualquier caso, la cara de satisfacción de la propiedad y sus palabras de agradecimiento merecen todo el esfuerzo y la dedicación invertidos en este bonito proyecto de consultoría artesanal.