¿Y ahora qué? El reto de convertirse en líderes

Pasar de ser un gran profesional técnico a liderar un equipo es un cambio que va mucho más allá de un nuevo cargo en la firma del correo. De repente, lo que sabíamos hacer con solvencia ya no es suficiente: gestionar personas, tomar decisiones que afectan a otros y establecer nuevas dinámicas se convierten en nuestro día a día. Nadie nos enseña a ser jefes y, aunque muchas veces se asume que la habilidad técnica se traduce en liderazgo, lo cierto es que son competencias totalmente distintas. Como afirma Julie Zhuo en The Making of a Manager, “el rol de responsable de equipo te lo dan, pero el de líder te lo tienes que ganar.” Esta distinción es clave: liderar no se trata solo de tener autoridad, sino de inspirar confianza, guiar y acompañar.

Este cambio de rol no sólo transforma las responsabilidades, también impacta en las relaciones laborales. Es habitual que aparezcan inseguridades: ¿Cómo me gano la autoridad sin perder la cercanía? ¿Cuánta ayuda puedo pedir a mi propio responsable? ¿Cómo gestiono esa nueva distancia con compañeros, que antes eran mis pares? Estas preguntas son más frecuentes de lo que imaginamos y, sin una guía adecuada, pueden generar frustración tanto en la persona que lidera como en su equipo. A menudo, se pierden relaciones de trabajo cercanas y surgen dudas sobre cómo establecer un nuevo sistema de colaboración. Esta etapa de adaptación requiere no solo habilidades técnicas, sino también un fuerte componente emocional y de autoconocimiento.

Por eso, acompañar a los nuevos líderes en este proceso es clave. La formación de Nuevos Líderes no sólo ofrece herramientas prácticas, sino que ayuda a comprender la dimensión emocional de liderar. Zhuo explica que “el rol de un líder es impulsar el propósito, a las personas y los procesos” para que el equipo logre un efecto multiplicador en los resultados. Esto implica aprender a delegar con sentido, comunicarse de forma efectiva, establecer límites claros y, sobre todo, generar un entorno en el que las personas puedan dar lo mejor de sí mismas. Un líder que entiende y aplica estos principios no solo mejora la productividad, sino que también crea un clima de trabajo más saludable y motivador.

Como dice Simon Sinek: “Los líderes no son responsables de los resultados. Son responsables de las personas que son responsables de los resultados.” Acompañemos a quienes comienzan ese camino para que, desde el inicio, puedan ser la mejor versión de sí mismos y de sus equipos. Porque liderar no es solo dirigir, es inspirar, transformar y multiplicar resultados.