La importancia de entender a los jóvenes

Seguramente nos pondríamos de acuerdo en que, en general, existe una distancia grande entre aquello que preocupa a los jóvenes adolescentes de nuestro entorno, y lo que el mundo de la empresa -y también el académico- tiene que ofrecerles.

Las relaciones interpersonales, el uso de la tecnología, la salud mental y la incertidumbre respecto al futuro profesional, son circunstancias tremendamente importantes, difíciles de gestionar y para las que no han sido preparados. No es de extrañar pues que muchos jóvenes se sientan abrumados, desorientados y con falta de herramientas.

La falta de foco deriva, para muchos, en desilusión y bajo compromiso con sus estudios. El sistema educativo, por su lado, tiene serias dificultades para reconducir la situación cuando la desmotivación se contagia y/o se generaliza en el aula. De este modo, sin desearlo, todas las partes, pero especialmente nuestros jóvenes protagonistas, sufren las consecuencias de este círculo vicioso en el que nos encontramos.

Quienes representamos al mundo de la empresa no podemos permanecer impasibles o simplemente quejarnos ante esta falta de compromiso de tantos jóvenes. Es más, nos parece profundamente injusto que se tache de “problema generacional”, como si la desilusión viniera de nacimiento, cuando lo que sucede es que su estado de ánimo es la consecuencia del tipo de sociedad que nosotros hemos construido para ellos.

Estas semanas hemos regresado al instituto para conversar con distintos grupos de estudiantes de Formación Profesional. Y nos hemos encontrado con personas capaces y talentosas, con quienes hemos podido “jugar” y descubrir qué habilidades, al menos hoy, son más demandadas en el mundo del trabajo. La verdad es que, nuevamente, ha sido un auténtico placer.

Sin embargo, nos queda la sensación de que una buena parte de esta generación adolescente se encuentra muy sola. Es más, muchos de los que nos encontramos en la otra posición (el lado privilegiado del que ya tiene la formación, experiencia y objetivos) parece que les estuviéramos esperando al otro lado de la mesa de entrevistas con un desinterés similar.

Así que busquemos vías para acercarnos a los jóvenes, y no para convencerles de que tienen que parecerse más a nosotros. No podemos permitirnos esta soberbia, porque no estamos moldeados por las mismas circunstancias.

Acerquémonos a su realidad, sobre todo para entenderlos y acompañarlos a construir su propio futuro, el mejor que puedan permitirse en el mundo que les estamos dejando.

Ahí, siempre nos vais a encontrar con entusiasmo.